Al señor Ministro de Educación, Cultura y Deporte (ahí es nada), por Luis Enrique Ibáñez
Somos unos derrochadores, unos caprichosos, queremos vivir por encima de nuestras posibilidades... y por debajo de la ratio natural, la que socializa.
Al
señor Ministro de Educación
El
ministro Wert regaña a familias sin recursos
(http://www.youtube.com/watch?v=dyV_7bTv4i4). El señor ministro pone
en duda que existan familias que, quizá, no tengan recursos
económicos para poder mandar a sus hijos a la Universidad, una vez
conocidos los recortes en materia de becas y las brutales subidas de
las tasas universitarias. Insinúa que tal vez lo que ocurre es que
todos los miembros de muchas familias, empezando por los padres, son
unos inconscientes que se dedican a despilfarrar el dinero, como
niños malcriados, en asuntos de menor importancia, en caprichitos,
vamos. Tengo buenísimos alumnos en 2º de Bachillerato. Los padres
de algunos de ellos están en paro, y han dejado de recibir cualquier
tipo de ayuda. Es muy probable, casi seguro, que esos alumnos no
cursen ningún estudio universitario el próximo curso.
Sus
palabras constituyen un insulto intolerable hacia esas familias.
Después
de esa afirmación, el señor ministro, para relajar un poco los
ánimos (y ello es de alabar, no vamos a estar todo el día
gruñendo), contó un chiste increíblemente ingenioso. Afirmó que
los alumnos no van a clase solo para aprender, también van, y esto
es muy importante, a socializarse. Por ello, si aumentamos la ratio
por aula, el necesario proceso de socialización se llevará a cabo
mucho mejor.
Aquí
sí lleva razón, yo mismo lo he comprobado. Ni siquiera él se puede
imaginar el maravilloso nivel de armonía social que se alcanza en
una clase de Lengua de 2º de ESO, con 38 alumnos. No es fácil de
explicar, es una especie de armonía cósmica que procura un placer
social imposible de describir. Es tal el grado de felicidad que
alumnos y profesores sentimos, es tal el clímax de socialización
que nos embriaga, como si de un momento místico se tratase, que al
menos los profesores, creo yo, no deberíamos cobrar por ello (a ver,
no se lo tome en serio).
También
es cierto que cuando en la calle se manifiestan miles de personas no
lo hacen, en realidad, para protestar. Lo hacen para disfrutar todos
juntitos del placer de la socialización. Y cuando esos perrosflauta
nos reunimos en asamblea, no crea nadie que lo hacemos por los
desahucios, por los recortes, por los rescates a los bancos, por la
falta de representatividad, por reivindicar la participación
ciudadana, por denunciar el constante incumplimiento de los programas
electorales… ¡qué va, no son más que excusas, vamos allí a
socializarnos! Únase a las manifestaciones, venga a las asambleas
del 15M en los barrios…verá qué gustito da tocar con las manos la
plena socialización.
Por
último, y dado que probablemene el señor ministro dedique sus
recursos de tiempo a otros asuntos de menor interés, le recomiendo,
con todo el cariño del mundo, con todo mi afecto, dos libros y dos
películas: “Cuento de Navidad” y “Oliver Twist”, de Dickens,
y las películas “Las uvas de la ira” y “Qué bello es vivir”.
Y cuando haya leído, cuando haya visto buen cine, de ese que sabe aleccionar a las mentes sin alma, cuando lo haya hecho, por favor, deje su cargo.
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